Y de pronto, en una mañana de cielo gris, en una bella y alegre aldea del Sur aparecieron todas las casas con un mismo cartel en todas sus puertas, en él se podía leer lo siguiente:
“A partir de hoy
usted vive en el número 135”.
Todos
y todas las personas del lugar se quedaron anonadadas al observar que todos los
números de sus casas se habían convertido en el 135.
Los
vecinos y vecinas quedaron estupefactos y rindieron tribuno al misterio.
Pedrito
Pérez, vecino del pueblo y pescador se acercó a su buzón particular y observó
la presencia de un enorme sobre, en su interior se podía leer lo siguiente:
Estimad@
amig@:
Hasta hoy usted ha vivido por
encima de sus posibilidades y eso ha generado una situación de emergencia y de
crisis en nuestra aldea, a partir de hoy usted debe de devolverme todo lo que
me debe, concretamente:
-
300 reales en concepto de Tierra.
-
500 reales en concepto de Mar.
-
500 reales en concepto de Aire.
- 300 reales en concepto de Sol.
- 100 reales en concepto de Luna.
Total a pagar: 1.700 reales.
Depositen
su deuda en la cueva situada en la cima más alta de la montaña situada frente
al campanario.
Firmado:
“El 135”
Don
Pedrito Pérez se quedó callado y pasmado al observar su deuda que oscilaba a
una cantidad imposible de pagar en todo lo que le quedaba de vida.
Pedrito
Pérez alertó a sus vecinos y vecinas de su descubrimiento, estos corrieron a
sus buzones y observaron que todos y todas tenían el mismo sobre, con la misma
carta y las mismas cantidades.
Todos
y todas las vecinas y vecinos debían la misma cantidad de dinero: 1700 reales.
Fueron
corriendo al alcalde de la aldea y se encontraron al mismo en la puerta del
Ayuntamiento. El propio alcalde tenía en la mano la misma carta con el mismo
mensaje y este dijo:
-
Yo también vivo en el 135, incluso
el ayuntamiento tiene como número de dirección el 135.
Los
vecinos no entendían nada de lo que ocurría, incluso algunos insultaban al edil ya que pensaban que era una
operación misteriosa del mismo para recuperar ingresos en la casa
consistorial.
El
alcalde afirmó que no se trataba de ninguna orden de cobro municipal, atestiguaba no saber de qué se trataba. Ni quien era la persona oculta
detrás del seudónimo “135”.
Los
días pasaron y todos los días llegaban a los buzones los mismos sobres con los
mismos mensajes, el número 135 seguía manteniéndose en cada una de las casas.
Nadie
pagaba la deuda establecida.
Al
cabo de cinco días sin que nadie lo esperase la Tierra se quedó sin aroma, el Mar se quedó sin olas, el Aire se
quedó sin oxígeno, el Sol sin fuego y la Luna sin sombra.
Un nuevo sobre envolvió cada buzón 135 de cada casa y de cada calle, en él
se leía lo siguiente:
Estimad@s
vecin@s:
Paguen
y algún día volverá el aroma a la Tierra, las olas al Mar, el oxígeno al Aire,
el fuego al Sol y la sombra a la Luna.
Firmado:
El 135.
Ante
aquella peligrosa amenaza, los vecinos y vecinas empezaron a solventar aquella
misteriosa deuda, nadie poseía tal cantidad de dinero así que empezaron a
entregar sus casas, sus jardines, sus
árboles y sus plazas, sus medicinas, sus alimentos, sus libros…
Su
Tierra, su Mar, su Aire, su Sol y su Luna.
Un
día, de pronto, apareció una sombra
oscura con una gran inscripción que decía:
“NEMINI PARCO”.
Todo
el pueblo se concentró alrededor de aquel extraño ser.
-
¿Es usted el 135? - preguntó el
alcalde del pueblo.
-
Si.- contestó la sombra oscura.
-
Señor 135 ¿quién es usted para
apropiarse de todos nuestros bienes? – volvió a preguntar el alcalde.
La
sombra oscura contestó sonriente: muy fácil,
soy EL
MIEDO.